BENEFICIOS DE LOS NUEVOS CALENTADORES DE TABACO

A la industria tabaquera le ha tocado reinventarse si quiere mantener su cuota de mercado. Los gigantes del tabaco como Philip Morris, British American Tobacco o Japan Tobacco Inc. realizan un esfuerzo tecnológico para que sigamos fumando. Ahora, con menos humos. Primero fueron los cigarrillos electrónicos, ahora llega un nuevo invento, el calentador de tabaco.

Su objetivo es ofrecernos productos de riesgo reducido para aquellos que nos vemos incapaces de dejar de fumar. Realmente, el calentador de tabaco se presenta como una alternativa muy atractiva al tabaco tradicional. Veamos sus beneficios.

En qué consiste el calentador de tabaco

El calentador de tabaco se aleja un poco de la filosofía de los cigarrillos electrónicos. Se trata de un dispositivo que consta de dos partes: una batería recargable y un calentador de tabaco. Para poder fumar, además necesitaremos unos cigarrillos especiales que únicamente funcionan con estos dispositivos (y que cuestan más o menos lo mismo que un paquete de tabaco normal).

La batería se carga con un cable microUSB (el mismo que el de nuestro smartphone) y suele tardar unas tres horas en cargarse por completo. Cuando está cargada nos permitirá, más o menos, recargar el calentador para fumarnos un paquete de 20 cigarrillos.

Cada vez que queramos fumar tendremos que introducir el calentador en la batería para que se recargue. Suele tardar unos cinco minutos. Una vez cargado se introduce en él el cigarrillo especial y se pulsa el botón de encendido. Eso nos permitirá fumar durante unos 5 minutos o unas 12 o 15 caladas, dependiendo del ritmo de nuestro fumar.

Su forma de funcionar es muy curiosa: el calentador de tabaco tiene en su interior una especie de apéndice metálico (que es en el que clavamos el cigarrillo) que se calienta a 350º. De esta manera, el tabaco no llega a combustionar.

 

Beneficios del calentador de tabaco

Tal como anuncian las marcas fabricantes, su beneficio más evidente es debido al hecho de no combustionar el tabaco. Al alcanzar tan solo los 350º y no llegar a los 600 u 800º a los que llega el tabaco cuando lo quemamos al fumarlo tradicionalmente, no se libera humo, sino un aerosol que contiene nicotina y muchos otros componentes, aunque en menor medida que en el humo de un cigarrillo convencional. De esta manera, se ahorran un 90% de los componentes tóxicos del cigarrillo convencional y se reduce el consumo de nicotina.

Por supuesto, al no producirse humo, nos ahorramos todas las lacras que éste comporta: el olor en la ropa y en el lugar en el que fumamos, molestar a familiares y amigos, etc. Además, es un producto mucho más limpio ya que no produce ceniza. También notaremos una sensible reducción en el amarilleo de nuestros dedos y en el carraspeo de nuestra garganta.

Por último, la obligación de tener que esperar cinco minutos para recargar el calentador, puede ser una oportunidad única para reducir el consumo de tabaco.

 

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