Cómic erótico. La imagen del deseo
El cómic es un medio de expresión moderno, de gran riqueza narrativa y plástica, que suele usar un lenguaje directo y espontáneo en el que se integran aportaciones de otros ámbitos como la literatura, la pintura y el cine. Y como en cualquier otra expresión artística es lógico que encontremos autores cuyos temas giren alrededor del erotismo. El cómic erótico es mucho más que un simple aliciente para que los adolescentes se masturben. El cómic erótico nació, de hecho, como válvula de escape de la sociedad ante la crisis, haciendo uso de la fantasía sexual como arma de lucha de los movimientos sociales: poner fin a la segregación racial, a los prejuicios contra los gays y lesbianas, a la falta de derechos laborales de las mujeres…
Los precedentes
Herederas de las dime novels del siglo XIX, aquellas novelas pupulares que incluían componentes eróticos y exóticos, las primeras historietas eróticas hacen su aparición durante la Primera Guerra Mundial. Se trata de caricaturas con un enfoque político que pretendían satirizar el comportamiento militar y los acontecimientos de la guerra, presentando a la nación de una manera absurda. Aunque el auténtico pistoletazo de salida lo produjeron las Tijuana Bibles (las Biblias de Tijuana o Dirty Comics) durante la Gran Depresión de los años 20’.
Las Biblias de Tijuana eran un tipo de trabajo autopublicado que presentaba temas eróticos acompañados de elementos cómicos entre sus personajes. Este tipo de cómic incluía representaciones gráficas de personalidades de la farándula o dibujos animados en diferentes situaciones eróticas, a veces sosteniendo relaciones sexuales. Debido a que este tipo de formato era clandestino, se desconocen la mayoría de los creadores y productores de estos tipos de cómics.
En los años 30’ aparecen historietas con temas eróticos menos sexuales y explícitos que las Biblias de Tijuana. Títulos como Jane (1932) de Norman Pett hacen aparición en la prensa con un sutil tono erótico. Otro claro ejemplo es Betty Boop, creada por los hermanos Fleischer.
Más tarde, durante la Segunda Guerra Mundial, con la popularidad del pin-up, surgen cómics de temática erótica sutil como Male Call (1943) de Milton Caniff y Katy Keene (1945) de Bill Woggon, producida por Archie Comics. Los cómics eróticos de esta época se vuelven muy populares entre los soldados americanos.
Desde 1946 hasta 1955 se difundirían historietas sadomasoquista de bondage de forma clandestina, primero en la revista "Bizarre" y luego bajo la marca Nutrix. Entre ellas, destacan Gwendoline de John Willie y Eric Staton y Princess Elaine de Eneg. Este subgénero erótico decaería tras la detención y el proceso de Irving Klaw, su promotor más importante.
Y es que durante los años 50 se produce un retroceso en el cómic erótico al promulgarse una ley que prohibía mostrar imágenes explícitas sobre sexo pues provocaban "la seducción de los inocentes". Pero, por suerte, todo esto cambió.
Se normaliza el cómic adulto
A principios de los años 60’ el cómic erótico empieza a incluir temáticas sociales diversas de una manera más real y madura: el sexo premarital, la prostitución, el homoerotismo, etc.
La introducción de estos temas sociales relacionados con el sexo predomina entre los años de la Revolución Sexual, abandonando los convencionalismos sociales de la censura en los medios de difusión popular de la década de los 50. El cómic se ve influenciado además por las corrientes artísticas del arte pop y la naciente segunda ola del feminismo entre la década de los cincuenta y la década de los sesenta; ambos eventos motivaron la introducción del papel de la mujer en roles más activos.
De esta época destacan:
- En Francia, el editor Eric Losfeld publicó cómics de lujo en los que daba rienda suelta a sus heroínas autónomas y activas en torno a lo sexual. La novedad era que no se dejaban dominar por los hombres, como por ejemplo Barbarella (1962) de Jean-Claude Forest, y Valentina (1965) del italiano Guido Crepax. Luego vinieron Jodelle(1966), de Pierre Bartier y Guy Peellaert; Uranella (1966), de Pier Carpi y Floriano Bozzi; Paulette (1970) de Georges Pichard o Dracurella (1973), de Julio Ribera. Algunas eran, además, adaptaciones de clásicos literarios como la Justine de Crepax de 1979.
- En Estados Unidos, se producen también obras evidentemente eróticas como Little Annie Fanny (1962), desarrollada por Harvey Kurtzman y Will Elder para la revista Playboy, o Sally Forth (1968) de Wally Wood. Otras mezclan el erotismo con el terror en Vampirella (1969-1988) de Forrest J. Ackerman y Archie Goodwin, aunque su autor más característico sea Pepe González. Herederos del comic underground, Robert Crumb da vida a sus fantasías sexuales, basando sus dibujos en mujeres entradas de peso, de escasa belleza, las cuales mantienen sexo mientras están siendo violadas o maltratadas por hombres de igual estética grotesca y Richard Corben desarrolla toda su imaginería sexual en Den (1973).
- Se publican los primeros cómics gay, por parte de Tom de Finlandia en Dinamarca en 1967. Bill Ward, también realizaba dibujos explícitos de hombres con características sexuales exageradas en diferentes contextos eróticos.
El cómic erótico moderno
Podemos afirmar que el cómic erótico tal como lo conocemos comenzó en los 80’ de la mano de Milo Manara, el más famoso de sus representantes. Su obra más famosa, El Clic (1984) y destaca especialmente su última saga, Los Borgia. Manara evoca el ideal de belleza femenina, de figura esbelta, larga melena (morena o pelirroja) y una inconfundible mirada, sensual y provocadora -que el propio autor ha reconocido que es lo más difícil de expresar-. Una imagen idealizada que representa a la mujer moderna en la época de la liberación sexual.
Tal vez por su hábil manejo de la autocensura para no saltar la delgada línea entre sensualidad y pornografía, Manara haya conseguido tanta aceptación artística. Al principio la empleó como una forma de evitar la censura de la publicación, pero luego fue una seña de identidad más, como esas mujeres icónicas; ya lo ha dicho él mismo: “El erotismo que yo dibujo es tranquilizante”.
De los 80’ destacan también el español Alfonso Azpiri y su Lorna o el italiano Sarpieri y su Druuna, que combinan erotismo y ciencia ficción.
Durante los años 90’, Jordi Bernet ilustraba Clara de noche (1992) y Cicca Dum-Dum (1998), ambas trufadas de humor, mientras Mónica y Bea con Pequeñas viciosas presentaron en “El Víbora” personajes femeninos perversos, envueltos en un surrealismo sensual y morboso.
En los últimos años, pueden destacarse los pinitos de Alan Moore en el género con Lost Girls, dibujada por Melinda Gebbie, y que narra una nueva historia de Alicia personaje de Las aventuras de Alicia en el país de las maravillas, Dorothy, personaje de El maravilloso mago de Oz y Wendy Darling, personaje de Peter Pan y Wendy. Los tres personajes se conocen ya adultos y se involucran mutuamente en una serie de aventuras sexuales en el marco de una sociedad decimonónica muy reprimida y conservadora.
Y sí, es cierto, nos hemos olvidado del cómic japonés, no hemos hablado de hentai. Pero es que el cómic japonés es todo otro universo.