EVOLUCIÓN DE LAS ANCLAS

EVOLUCIÓN DE LAS ANCLAS

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Hoy os hablaremos de la evolución de las anclas a lo largo de la historia. Un elemento que siempre ha acompañado nuestras embarcaciones acompañando la evolución de la construcción naval y el movimiento de los pueblos a través del mar y los grandes ríos navegables. Y para conocer la historia de las anclas, el anclaje y cómo ha ido cambiando la maniobra de fondeo a lo largo de los siglos contamos con los conocimientos de unos expertos, V de Bravado, el varadero de Premià de Mar y el mejor varadero de Cataluña. En V de Bravado saben mucho sobre embarcaciones y nos han explicado muchas cosas sobre este apasionante tema.

Orígenes del ancla

El origen del ancla se pierde en el tiempo. Pero podemos afirmar con total seguridad que es tan antigua como la navegación misma. La primera maniobra de fondeo necesitó de un ancla. La opinión generalizada es que la inventaron los chinos hacia el 3000 a.C. y se tiene constancia de que los egipcios ya la conocían en el 2600 a.C.

Las investigaciones efectuadas por Thor Heyerahal en el Tigris y en el Golfo Pérsico parecen indicar, de hecho, que las primeras anclas aparecieron en la región hacia el 5000 a.C. Aunque su apariencia era bastante alejada a las actuales. Se trataba de canastos primitivos con piedras, bolsas de arena o cualquier elemento que le diera el peso suficiente. Éstos se ataban al casco mediante cabos, con lo que se evitaba el desplazamiento de la nave por la fricción contra el fondo.

Thor Heyerahal en el Tigris

Las primeras anclas de piedra

En la isla de Sicilia se encontraron las primeras anclas de piedra fabricada con un orificio por donde se ataban y algunas hendiduras para fijar el nudo de arraigo. Este tipo de ancla tenía un funcionamiento aceptable para los fondos de piedra, ya que en los de arena garreaba con mucha facilidad.

Se supone que el segundo paso consistió en encontrar un ancla para fondos de fango o arena. Tomaban una piedra laja y le practicaban dos o tres agujeros donde colocaban estacas de madera pasantes en ambos lados. Éstas se clavaban en el fondo aumentando el agarre.

Los egipcios, en cambio, practicaban dos orificios perpendiculares entres sí. Por ellos pasaban estacas con los extremos en punta que formaban un ángulo recto. Trenzaban todo el conjunto con juncos.

Posteriormente, un paso más avanzado fue tomar una piedra de forma triangular (cónica, piramidal o de tronco cónico) con un agujero en un vértice para el cabo y otros dos en la base para las estacas.

Más tarde ya encontramos un ancla basada en una piedra, habitualmente alargada o cónica, contenida en un armazón de madera. En el vértice, un cabo la sujetaba a la embarcación y, en la base, dos estacas en cruz hacían uñas. Este tipo de fondeo se usa aún en día en muchos lugares donde la vela sigue siendo un medio de trabajo.

ancla de piedra

Aparece el ancla de plomo

Posteriormente, civilizaciones como la egipcia o la fenicia utilizaron el plomo para hacer más pesadas sus anclas. Por ejemplo, en el Museo de Génova se conservan anclas formadas por dos cuñas de madera dura en cruz, perforadas y rellenadas con plomo.

Cuentan algunos historiadores de la época que el ancla sin cepo o desnuda se usaba en los fondos arenosos y de poca profundidad. Para aumentar el agarre, se mandaba a un marinero al fondo para enterrarla. Por lo que se hace evidente que su peso era reducido.

anclas de plomo

La evolución hacia las anclas de hierro

Hacia el 600 a.C. egipcios y persas comenzaron a utilizar el ancla de hierro en la maniobra de fondeo. Al principio eran de un solo brazo y luego se les sumó otro, tal como las conocemos actualmente.

El hierro se utilizó primero para la caña y los brazos eran remachados, fundidos o abulonados al extremo de la caña. Las palas y las uñas también se confeccionaban en hierro y se las remachaba a los brazos. Estos elementos se perdían con mucha facilidad ya que, cuando se atoraban en el fondo, simplemente se tironeaba para hacerlos zafar quedando así clavados el brazo o la uña. Al ancla de una sola pieza le siguió rápidamente la desarmable.

Su evolución fue constante a lo largo de los siglos. Adquiriendo constantes mejoras. Hacia finales del siglo XVIII, los brazos del ancla adquieren una forma curvada y, gracias a las mejoras en el proceso de fabricación y a la calidad de hierro empleado, resultan más fuertes. Hacia la misma época se reemplazó el cepo de madera por otro de hierro. A la ventaja de ser más resistente se le sumó la posibilidad de deslizarse para quedar hermanado a la caña, lo que facilitaba la estiba. Es así como para mediados del siglo XIX se llega a un ancla con dimensiones y forma determinadas que pasó a llamarse ancla patente del Almirantazgo.

ancla de hierro antigua

El ancla moderna

Hacia finales del siglo XIX Trotman introdujo un gran adelanto con el fondeo con brazos móviles colocados de tal forma que se clavaban en el fondo ambos a la vez. Además tenía la ventaja de no usar un cepo, lo que facilitaba la estiba.

Más tarde, en 1933, F.S. Taylor inventa la C.Q.R. o ancla de arado. Tiene la ventaja de no poseer cepo y, aunque caiga al fondo, de cualquier manera el menor tirón de la cadena hace que tome la posición correcta y se claven sus dos uñas. Aguanta aproximadamente el doble que cualquier otra de igual tamaño, aunque por su forma no es utilizada en los buques de gran porte.

ancla de arado

Y poco después aparece la Danforth, con cepo en la cruz y uñas con palas de gran tamaño Se utiliza para embarcaciones menores. Tal vez sea la más difundida en la actualidad. Existen varios modelos (al hongo, grampín, rezón articulado, etc.) que se emplean según los fondos.

Y así terminamos esta breve historia de las anclas con los consejos de V de Bravado, el varadero de Premia de Mar y el mejor varadero de Catalunya.